miércoles, 6 de agosto de 2008

la reforma religiosa


Innovar no significa reformar.” (Edmund Burke, miembro del Parlamento británico, siglo XVIII)
Los historiadores protestantes consideran que la Reforma protestante restauró el cristianismo verdadero, mientras que los eruditos católicos dicen que fue un error teológico. Ahora bien, ¿qué revela una mirada retrospectiva a la historia religiosa? ¿Fue la Reforma protestante una verdadera reforma, o se trató tan solo de una innovación que reemplazó una forma de adoración defectuosa por otra también defectuosa?
Se concede una posición especial a la Palabra de Dios
Los reformadores protestantes resaltaron la importancia de las Escrituras y rechazaron las tradiciones, aunque Martin Marty, redactor jefe de la revista The Christian Century, dice que durante el siglo pasado “cada vez más protestantes estuvieron dispuestos a ver una relación entre la Biblia y la tradición”. Sin embargo, sus “antepasados en la fe” no pensaron así, pues para ellos “la Biblia ocupaba una posición especial, y nunca pudieron igualarse a ella ni la tradición ni la autoridad papal”.
Esta actitud aceleró el interés en la traducción, distribución y estudio de la Biblia. A mediados del siglo XV, más de cincuenta años antes de que las ruedas de la Reforma comenzasen a rodar, Johannes Gutenberg, compatriota de Lutero, proveyó al venidero protestantismo una útil herramienta. Inventó un método de imprimir con caracteres móviles y produjo la primera Biblia impresa. Lutero le vio grandes posibilidades a este invento, y llamó a la imprenta “la última y mejor obra de Dios para diseminar la religión verdadera por todo el mundo”.
Ahora más personas podían tener una Biblia, hecho que la Iglesia católica no aprobó. En 1559 el papa Pablo IV dictaminó que no se podía imprimir ninguna Biblia en lengua vernácula sin la aprobación de la Iglesia, y esta rehusó concederla. En 1564 el papa Pío IV dijo: “La experiencia ha demostrado que si se permite la lectura de la Biblia en la lengua vulgar sin establecer criterio alguno, el resultado será más daño que bien”.
La Reforma produjo una nueva clase de “cristianismo”. Reemplazó la autoridad del papado por el libre albedrío de la persona; la misa católica, por la liturgia protestante, y las impresionantes catedrales católicas, por las iglesias protestantes menos pretenciosas.

BENEFICIOS INESPERADOS
La historia nos enseña que movimientos que en su origen eran de naturaleza religiosa a menudo han derivado hacia lo social y político. Esto resultó ser cierto de la Reforma protestante. Eugene F. Rice, Jr., profesor de Historia de la universidad de Columbia (E.U.A.), explica: “Durante la Edad Media la Iglesia de Occidente había sido una empresa europea. Durante la primera mitad del siglo XVI se dividió en un buen número de iglesias regionales sobre las que predominaba el control de los gobernantes seglares”. Este fue el “resultado de la larga lucha medieval entre la autoridad seglar y la clerical. La balanza del poder, antes inclinada a favor de la Iglesia y el sacerdote, se inclinó decisiva y definitivamente del lado del Estado y el laico”.
Debido a esto, el individuo tuvo mayor libertad, tanto religiosa como civil. A diferencia del catolicismo, el protestantismo no contaba con un organismo central que dirigiese la doctrina o la práctica de la religión, lo que permitió un amplio espectro de opiniones religiosas y, a su vez, promovió gradualmente una tolerancia religiosa y una actitud liberal que al tiempo de la Reforma todavía eran inconcebibles.
La mayor libertad desató energías que antes no se habían utilizado. Hay quienes afirman que fue el estímulo que se necesitó para provocar los cambios sociales, políticos y tecnológicos responsables de introducirnos en la era moderna. El difunto autor Theodore White escribió que la ética laboral protestante “afectó tanto al gobierno como a la vida cotidiana”, y la definió como “la creencia de que el hombre es directamente responsable ante Dios de su conciencia y sus actos, sin la intervención o intercesión de sacerdotes. Si un hombre trabajaba duro, araba con surcos profundos, no aflojaba el paso ni holgazaneaba y cuidaba de su mujer y sus hijos, o la suerte o Dios recompensarían sus esfuerzos”.
¿Deberían estos aspectos del protestantismo, en apariencia positivos, impedir que veamos sus defectos? La Reforma protestante también dio “ocasión a enormes males”, dice la Encyclopædia of Religion and Ethics, y añade: “La época de los jesuitas y la Inquisición llegó a su fin solo para ser seguida de algo más vil aún. Si en la Edad Media había mucha ignorancia involuntaria, ahora hay mucha falsedad organizada”.
“Falsedad organizada”, ¿en qué sentido?
Fue “falsedad organizada” porque el protestantismo prometió una reforma doctrinal que no llevó a cabo. Era la política de la Iglesia, no sus mentiras doctrinales, lo que provocaba la cólera de los reformadores. El protestantismo mantuvo la mayoría de las ideas y prácticas religiosas contaminadas de paganismo que había en el catolicismo. Un ejemplo sobresaliente de esto es la creencia en la doctrina de la Trinidad, el principal requisito para ser miembro de la organización protestante denominada Concilio Mundial de Iglesias. La adherencia a esta doctrina está muy arraigada, aunque The Encyclopedia of Religion admite que ‘exegetas y teólogos de hoy día concuerdan en que en ninguna parte de la Biblia se enseña de manera explícita’.
¿Reformó el protestantismo una forma corrupta de gobierno eclesiástico? No, más bien, “conservó los modelos gubernativos del catolicismo medieval dice Martin Marty y simplemente rompió con la clase dominante católica romana para formar versiones protestantes”.
Aunque el protestantismo también prometió restaurar “la unidad en la fe”, la aparición de las muchas y divisivas sectas protestantes impidió el cumplimiento de esta promesa bíblica. (Efesios 4:13.)
Confusión organizada, ¿por qué?
Hoy día, en 1989, el protestantismo se ha desmenuzado en tantas sectas y confesiones que sería imposible determinar la cantidad total. Antes de que alguien terminase de contarlas, se habrían formado nuevos grupos u otros habrían desaparecido.
Aun así, la World Christian Encyclopedia hace lo “imposible” y divide la cristiandad (a partir de 1980) en “20.780 confesiones cristianas distintas”, la inmensa mayoría de las cuales son protestantes. Entre estas se encuentran 7.889 grupos protestantes clásicos; 10.065 religiones indígenas no blancas, en su mayor parte, protestantes; 225 confesiones anglicanas, y 1.345 grupos protestantes marginales.
Al explicar cómo se produjo esta confusa diversidad, llamada “una señal de salud y de enfermedad” al mismo tiempo, el libro Protestant Christianity menciona que “puede que se haya producido debido a la creatividad y finitud humanas; más aún, puede que se haya debido a hombres orgullosos que piensan demasiado de su propio concepto de la vida”.
No hay ninguna duda de que esto es cierto. Sin dar la suficiente consideración a la verdad divina, hombres orgullosos ofrecen nuevas alternativas para encontrar salvación, liberación o satisfacción. El pluralismo religioso no encuentra apoyo en la Biblia.
Al promover el pluralismo religioso, el protestantismo parece dar a entender que Dios no ha dejado directrices de acuerdo con las cuales se le tenga que adorar. ¿Concuerda semejante confusión organizada con un Dios de verdad, de quien la Biblia dice que “no es Dios de desorden, sino de paz”? ¿Es la mentalidad protestante de ‘acude a la iglesia que prefieras’ diferente del pensar independiente que condujo a Adán y Eva a una creencia errónea y a los subsiguientes problemas? (1 Corintios 14:33; Génesis 2:9; 3:17-19.)
Pasan por alto la posición especial de la Biblia
A pesar de que los reformadores primitivos concedieron a la Biblia una posición especial, los teólogos protestantes después patrocinaron la alta crítica y “trataron el texto bíblico dice Marty como cualquier otro texto literario antiguo”. No concedieron “ninguna posición especial a la inspiración de los escritores de la Biblia”.
De modo que al poner en duda la inspiración divina de la Biblia, los teólogos protestantes socavaron la fe en lo que los reformadores consideraban el verdadero fundamento del protestantismo, y así se abrió el camino para el escepticismo, el libre pensamiento y el racionalismo. No es sin razón que muchos eruditos ven en la Reforma un importante factor en la aparición del secularismo moderno.
Enredado en la política
Este fruto es una clara evidencia de que a pesar de las posibles buenas intenciones de algunos reformadores y sus seguidores, el protestantismo no restauró el verdadero cristianismo. En lugar de promover la paz por medio de la neutralidad cristiana, se enredó en el nacionalismo.
Esto fue obvio tan pronto como se hizo realidad la división de la cristiandad en naciones católicas y protestantes. Las fuerzas de estas dos religiones dejaron un reguero de sangre sobre la faz de la Europa continental en una docena de guerras o más, a las que The New Encyclopædia Britannica llama “guerras religiosas provocadas por la Reforma alemana y suiza de los años veinte del siglo XVI”. La más destacada de estas guerras fue la de los Treinta Años (1618-1648), debida a diferencias políticas y religiosas entre protestantes y católicos alemanes.
En Inglaterra también se derramó sangre. Entre 1642 y 1649, el rey Carlos I peleó una guerra contra el Parlamento. En vista de que la mayoría de los opositores del rey pertenecían a la rama puritana de la Iglesia anglicana, a veces se hace referencia a esta guerra como la Revolución puritana. Terminó con la ejecución del rey y la instauración de una república liderada por Oliver Cromwell, que duró poco tiempo. Aunque esta guerra civil inglesa no fue una lucha fundamentalmente religiosa, los historiadores concuerdan en que la religión fue un factor determinante en que la gente se pusiera de un lado u otro.
Durante esta guerra llegó a la existencia un grupo religioso denominado “amigos” o cuáqueros. El grupo topó con fuerte oposición de sus “hermanos” protestantes. Varios centenares de miembros murieron en prisión y miles sufrieron ultrajes, pero el movimiento se esparció, e incluso llegó a las colonias británicas de América, donde Carlos II concedió un territorio a William Penn mediante la Carta de 1681 para que fundase una colonia cuáquera, que más tarde llegó a ser el estado de Pensilvania.
Los cuáqueros no fueron los únicos que buscaron conversos en otros países, pues otras religiones ya lo habían hecho antes. Sin embargo, ahora, después de la “innovación” protestante, los católicos y muchos grupos protestantes empezaron a esforzarse aún más por llevar el mensaje cristiano de verdad y paz a los “no creyentes”. Pero, ¡qué irónico! Como “creyentes”, los católicos y protestantes no eran capaces de ponerse de acuerdo en una definición común de la verdad divina, y no hay duda de que fracasaron en demostrar paz y unidad fraternal. En vista de esta situación, ¿qué podía esperarse de ‘un enfrentamiento entre “cristianos” y “paganos”’?
Los frutos de la Reforma
COMUNIÓN ANGLICANA: Veinticinco iglesias autónomas y otros seis organismos que comparten la doctrina, política y liturgia de la Iglesia de Inglaterra y reconocen el liderazgo titular del arzobispo de Canterbury. The Encyclopedia of Religion dice que el anglicanismo “ha mantenido la fe en la sucesión apostólica de obispos y ha retenido muchas prácticas anteriores a la Reforma”. Las bases doctrinales de su adoración se encuentran en The Book of Common Prayer (Libro de oración común), “la única liturgia en lengua vernácula del período de la Reforma que todavía está en uso”. Los anglicanos de Estados Unidos, que en 1789 rompieron con la Iglesia de Inglaterra y formaron la Iglesia episcopal protestante, volvieron a romper con la tradición en febrero de 1989 al consagrar a la primera mujer obispo de la historia anglicana.
IGLESIAS BAUTISTAS: Trescientas sesenta y nueve confesiones (1970) que se originaron con los anabaptistas del siglo XVI, quienes hacían hincapié en el bautismo de adultos por inmersión. The Encyclopedia of Religion dice que a los bautistas “les ha resultado difícil mantener la unidad organizacional o teológica” y añade que la familia bautista “de Estados Unidos es grande, pero, como en muchas otras familias grandes, algunos miembros no se hablan”.
IGLESIAS LUTERANAS: Doscientas cuarenta confesiones (1970) que cuentan con un número total de miembros mayor que cualquier otro grupo protestante. “Todavía están algo divididas étnicamente (alemanes, suecos, etc.)”, dice The World Almanac and Book of Facts 1988, pero añade que las “principales divisiones se producen entre fundamentalistas y liberales”. La división de los luteranos en diferentes campos nacionalistas se hizo bastante obvia durante la segunda guerra mundial, cuando, como dice E. W. Gritsch, del Seminario Teológico Luterano de Estados Unidos, “una pequeña minoría de pastores y congregaciones luteranos [de Alemania] resistieron a Hitler, pero la gran mayoría guardaron silencio o cooperaron activamente con el régimen nazi”.
IGLESIAS METODISTAS: Ciento ochenta y ocho confesiones (1970) que surgieron de un movimiento interno de la Iglesia de Inglaterra fundado en 1738 por John Wesley. Después de su muerte rompieron con la Iglesia de Inglaterra y formaron un grupo separado; Wesley definió al metodista como “alguien que vive según el método establecido en la Biblia”.

IGLESIAS REFORMADAS Y PRESBITERIANAS: Las iglesias reformadas (trescientas cincuenta y cuatro confesiones desde 1970) siguen la doctrina calvinista en lugar de la luterana, y se consideran a sí mismas la “Iglesia católica reformada”. El término “presbiteriano” designa una gobernación de la Iglesia por parte de ancianos (presbíteros); todas las iglesias presbiterianas son iglesias reformadas, pero no todas las iglesias reformadas tienen una forma de gobierno presbiteriano.

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